Los miedos forman parte del desarrollo infantil, ya que, al saber tan poco del mundoque les rodea y serles casi todo extraño, es capaz de asustarles.

Dependen del carácter de cada uno, así como de la seguridad que les demos ante cada situación y de lo que dominen el entorno en el que se encuentran en el momento, y habitualmente.

¿Cómo podemos ayudar ante los miedos?

Para que no se sientan sólos débiles ante sus miedos, los mayores tenemos que tener en cuenta su perspectiva, no debemos hacernos los suecos ante lo que les ocurre o no darle importancia, pero sin protegerlos en exceso tampoco.

Si tienen más de dos años, será muy útil contarles que, a su edad, a nosotros también nos daban miedo algunas cosas, y que ahora que somos mayores, comprendemos que no hay por qué temerlas.

Tened paciencia y procurad no enfadaros, sólo servirá para ponerles más nerviosos y que muestren más miedo. Un sermón tampoco servirá de nada, ya que no conseguirán entender una explicación larga. Los miedos necesitan tiempo para ser superados.

Se sentirán seguros si consiguen controlar lo que les asusta, por ejemplo:

Si les da miedo el agua que sale por el grifo de la ducha, enseñadles a abrir y cerrar el grifo.

No les amenacéis con lo que les asusta y felicitadles ante cualquier pequeño progreso:

Si tienen miedo al agua y se sientan al borde de la piscina para meter los pies, felicitadles. El típico empujón en la piscina para que pierdan el miedo al agua sólo servirá para acrecentar sus temores.