El castigo debe ser el último recurso de los que utilicemos para cambiar alguna actitud de nuestros pequeños.

Son útiles si…

  • …es inmediato, no utilicéis cosas del estilo:

  • … se aplica siempre que se comete la falta. Los niños saben reconocer cuándo tienes un buen día y olvidas lo decidido.
  • … el niño sabe exactamente por qué es castigado. Si no, lo atribuyen a ideas incorrectas:

  • … es intenso y corto. Los gritos constantes pierden eficacia y no sirven de nada. Acabaréis gritando a lo largo de todo el día, sin que tenga efecto.

Debemos procurar establecer otro camino posible para conseguir lo que, inicialmente, se ha buscado por las malas. Si alguien roba o rompe algo, hay que ofrecerle alternativas para que pueda solucionar el conflicto.

Los castigos provocan agresividad:

  • Contra la persona que ejerce el castigo.
  • Contra los inferiores.
  • Contra los iguales.
  • Contra los objetos.

Hay que tener cuidado a la hora de estableces castigos, tratad de no utilizar clásicos como

«No te quiero, eres malo, estorbas, no haces nada bien, etc.»

Si llega a esas conclusiones, puede volverse inseguro, angustiado, huidizo, puede sufrir mucho. Tenéis que dejar clara la diferencia entre «ser malo», y «hacer algo mal». Y sobre todo, tener cuidado con el exceso de castigos, porque pueden llegar a la siguiente conclusión: